No se pierdan esta foto. Parece de los años cincuenta del pasado siglo, pero tiene solo unos días. Observen la severidad de la mujer policía, y el gesto adusto con el alinea con su fusta las puntas de marfil decomisadas. Al fondo, dos subordinados miran la escena entre divertidos y curiosos, pero sin disimular un cierto orgullo. No todos los días se atrapan contrabandistas de marfil. Y mucho menos se rehúsa una buena "mordida".
Tras el alijo, dos personas a las que un subalterno está amablemente indicando que doblen el espinazo o que se arrodillen para tomar la clásica foto de los delincuentes ante la prueba de su delito. Y en eso están los pobres, mirando a la mujer policía con pánico y reverencia religiosa, como si temieran que en algún momento acabe descargando la fusta sobre sus cabezas.
La mujer policía se llama Mary Mzuki, y es la Jefa del servicio de policía que vigila el TAZARA, la línea de ferrocarril que une Tanzania con Zambia. El pardillo que se agacha a la izquierda se llama Cornelio, y fue detenido en la estación de Dar es Salaam cuando bajaba del tren llevando una maleta con las puntas de marfil. El joven a su derecha es su hermano Nathani, quien por amor fraterno o complicidad en el negocio, o quizás por ambas cosas, cometió la imprudencia de ofrecer 800.000 chelines (400 euros) a la jefa de la policía por hacerse la vista gorda y dejar a Cornelio en libertad.
No hay duda de que los agentes del orden serán premiados por sus superiores con alguna cantidad en metálico, como ya se ha hecho en el pasado. Cuando lo normal en la policía es la corrupción, parece lógico que se premie la honradez, aunque no me dirán que esta ecuación no es tremendamente aberrante.
Tampoco nada ni nadie va a librar a los hermanos de una detención de varios meses, seguida de una pena de prisión y de una multa que no podrán pagar, así que la prisión será más larga. Lo kafkiano es que van a ser condenados no por traficar o hacer contrabando con restos de una especie protegida, sino por violar la ley que dice que todo el marfil pertenece al Estado y que este tiene el monopolio absoluto de su tenencia y comercio.
Cada año, las policías de Vietnam, Taiwan y China descubren contenedores repletos de marfil procedentes de Tanzania. Y no cabe rebatir la evidencia, porque los elefantes tienen también ADN y se localiza enseguida no solo el país, sino también la región de la que proceden los colmillos.
Cientos de toneladas en cada cargamento, que salen de los parques y reservas naturales y transitan por el puerto de Dar es Salaam antes de embarcar con todos los papeles, sellos y pólizas necesarias, todo auténtico y en regla. ¿No les dice nada?
Son necesarios para este tráfico cientos de cazadores furtivos, guardas forestales sospechosamente ausentes, camiones pesados de conductores olvidadizos, agentes de aduana, consignadores, policías, aduaneros, descargadores de muelle... todos untados hasta las cachas. Y no es posible creer que todo este montaje pueda tener lugar sin la colaboración necesaria, al menos la pasividad monetariamente interesada, de altos cargos del Ministerio de Recursos Naturales, de la Policía, y de la Aduana. Del gran zorro que cuida las gallinas. Y cuando hablamos de altos cargos, hay que hacerlo de Director General para arriba, a ningún mindungui se le ocurriría firmar ni sellar nada sin una orden expresa de los jefazos.
A estos nunca les pasará nada y seguirán sacando decenas de toneladas de marfil del país. En cambio a estos dos desgraciados se les va a caer el pelo por los, calculo por la foto, entre 10 y 12 kilos. Siempre acaban pagando los de siempre los chanchullos de los barandas. Les suena también ¿no?.