Zoe

domingo, 22 de mayo de 2011

LA MATANZA DE TARIME


El pasado lunes cinco jóvenes veintiañeros murieron y otros cientos resultaron heridos de gravedad por disparos de la policía en Tarime. La explicación oficial fue bien sencilla, más de mil personas intentaron invadir la mina de oro propiedad de la compañía británica Barrick Gold para robar arena aurífera, y la policía, avisada por los empleados de la empresa y viéndose desbordada, se vio obligada a hacer uso de sus armas para detener el tumulto.

La realidad fue bien distinta. La empresa Barrick Gold se había comprometido a entregar a los poblados cercanos a la mina un 1 % de sus beneficios para contribuir a su desarrollo. Esos poblados nunca recibieron ni un chelín de la compañía en los cinco años que lleva funcionando en la zona. En cambio, el personal de la empresa y la propia policía habían acordado con los poblados que de vez en cuando sus habitantes entraran en la mina para llevarse sus arenas acuíferas, previo pago de una jugosa mordida.

Para los okupas del pasado lunes, la tarifa había sido fijada por la policía en un millón de chelines (unos 600 euros) y así fue acordada con los habitantes de las localidades cercanas. El drama surgió cuando, a las puertas de la mina, los policías de guardia exigieron una cantidad superior. Empezaron las protestas, las amenazas y al final un intento de invasión de la mina por los que consideraban haber pagado el precio justo. Los policías dispararon con fuego real sobre la población, mayoritariamente joven, que había sido hasta entonces su cómplice en esta clase de robo organizado y fiscalizado.


¿Que exagero? En absoluto, esto lo ha contado el propio Inspector Jefe de la Policía Nacional, que se ha apresurado a añadir que no todos sus policías son así de corruptos, abriendo así una puerta a la esperanza del maltrecho y desengañado ciudadano.


Y mientras pasan estas tragedias con esta pobre gente, tres instituciones financieras de banca privada aseguran haber situado off-shore miles de millones de libras esterlinas depositadas por ciudadanos de este país, uno de los diez más pobres del mundo. Quizás está entre esos millones ese 1 % desaparecido de la contabilidad del negocio del oro.

¿Saben? El problema no es averiguar si hay vida inteligente en otros planetas, sino cuando la habrá en el nuestro...

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