¿Se acuerdan de la galera? Ese sofisticado depredador de nuestro querido Mediterráneo, llamado también gamba mantis y gamba armada, un bicho prediluviano con pinta alienígena, que causa cierto repelús al verlo y más aun pensar en hincarle el diente. Sus pinzas fantasmales son temibles y no fallan una gracias a la visión en tres dimensones de sus ojos pedunculados, la única que se da entre todos los crustáceos.
Podría ver Avatar sin gafas con un ojo y con el otro fijar a todo bicho viviente que se acerque desde cualquier ángulo a la boca de su profunda e interminable galería. Pues este crustáceo da un increíble sabor marino a nuestras sopas y arroces, y si no es más conocido y apreciado por el común es, sin duda, a causa de su aspecto.
Le pasa lo que al paku-paku, una especie de langosta con la cabeza plana y pinta de acorazado en placas del mesozoico inferior. Su aspecto es temible y, desde luego, no incita a la manduca ni hace pensar que tenga sustancia para ello. Craso error.
El paku-paku tanzano es lo que los australianos llaman brown shell slippery lobster o langosta resbalosa de caparazón pardo, y he escogido una foto bastante cursi de ambientación japonesa, con su florecita y todo, porque paku-paku en japonés es la acción reiterada de abrir y cerrar la boca, eso en lo que nos fijamos cuando contemplamos los peces del acuario cada vez que esperamos en la consulta del dentista, intentando olvidar nuestro pánico.
Se prepara como la langosta, tajo al medio a lo largo, pintar la carne con mantequilla clarificada o aceite de oliva, espolvorear con las hierbas que se quieran y a la plancha-parrilla-sartén, cuidando que no se pase y quede la carne jugosa. Servir acompañada de una ensalada tibia de col china salteada en aceite y ajo y de unas patatas fritas. Si se acompaña de un vino rosado de Cañamero (famoso en el mundo entero), suave y fresquito en boca y a la larga peleón - es lo que tienen la garnacha y el tempranillo de la ribera del Guadiana - su desgustación nos acerca a la gloria bendita, que culmina con una plácida siesta a la sombra de un chamizo en la playa solitaria de una islita del Océano Indico.
Les aseguro que se sorprenderán. La carne del paku-paku es abundante y más sabrosa y jugosa que la de la langosta, que nos suele quedar dura y chiclosa en cuanto nos pasamos un pelín en la cocción. Y además cuesta diez veces menos, al menos en estas latitudes donde se la desprecia y se la ignora, como en otras se desprecian y se ignoran las angulas o la entraña vacuna. ¡Eso se pierden!.
Otro día les contaré la receta de ensalada de paku-paku al mojo tailandés.
Otro día les contaré la receta de ensalada de paku-paku al mojo tailandés.
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